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La locura es un buen refugio para no volverse loco (Segunda parte)



Diego es un amigo, que como yo o muchos de ustedes, tenemos "la maldita costumbre" de sentarnos a escribir. ¿El resultado? En algunas oportunidades algo medianamente interesante; en otras, ni siquiera podemos justificar el tiempo empleado y mucho menos la osadía de haber jugado con la sintáxis.

Aunque seguramente, siempre encontraremos una excusa para seguir haciéndolo, mientras haya quienes no les importe el correcto uso de las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas existentes, en la forma en que se combinan las palabras.

A finales del año pasado, le dije, porque no armaba un blog con sus escritos. Por suerte logré convencerlo -aunque pienso que en realidad, se dejó hacerlo- y es así que creó Recuerdos del futuro.

Cuando se me ocurrió la idea de hacer un espacio donde mantener charlas -café de por medio- con personas que tuviesen ganas de mostrar sus sitios y darse a conocer, nuevamente usé mi poder persuasivo para con él -esta vez me costó mucho menos- y le comenté del proyecto y mis deseos de que participara en el mismo; para lo que le pedí que escribiese una breve descripción de sí mismo. Esto es aconsejable cuando la persona es un conocido de uno, y no queremos dejarnos llevar por la tentación de echar en cara ciertos asuntos.

No tardé en tener una respuesta suya en el imbox de mi programa de correo, y mail mediante me decía:


"...lógica, mentiras
y locura..."
En Verdana 12
Con Diego Cando...

"Nací en Buenos Aires por culpa de la segunda guerra en Italia y el exilio de libaneses traficantes de detergente. Soy culpable profesional y no siento niguna culpa por ello, lo que no deja de ser una grieta en la lógica y un patrón de conducta a futuro. Escribo porque es más fácil que aburrirse e indiscutiblemente más satisfactorio que viajar en colectivo. Tambien es una forma elegante de blanquear la mentira que fluye por mis vias cerebrales, algo propensas a la congestión, sobre todo cuando uso Verdana 12. Como sea, la locura es un buen refugio para no volverse loco, o como un buen amigo solía decir antes de convertirse al fanatismo, la idiotez es la más rentable de las formas de pasar por la vida sin dejar nada".

Y en el asunto hacía su pedido: Cafecito express.

Confieso que un primer momento pensé en hacerme el desentendido, como que no había recibido su mail y escribir yo mismo su presentación. Luego se me cruzó por la mente olvidarme de todo esto -¿o fue en primer lugar? no lo recuerdo- pero me dije: Bepi, has enfrentado situaciones más difíciles. Así que, ¡dale para adelante!.


Primer acto:

Se abre el telón. En el medio del escenario (luz tenue), una mesa de madera -como la de los cafés antiguos- y dos sillas del mismo material enfrentadas, una a cada lado de la mesa. En ellas están sentados dos hombres. Uno de ellos está armando un barquito con una servilleta de papel, mientras el otro demostrando ansiedad por la espera, entre cruza los dedos de sus manos, dejando libres los pulgares -los que apoya sobre la mesa a modo de postes de arco de futbol- y el índice de la mano izquierda -representando una suerte de arquero- moviéndose de un lado a otro.

De pronto se enciende un reflector que ilumina la mesa, lo que toma a los hombres por sorpresa, quienes en un intento por disimular, comienzan a charlar:

Gabriel: ¿Que tal Diego? ¿tuviste problemas en llegar? porque estaba bastante congestionado el tráfico.

Diego: No. Las congestiones de tráfico son una excelente excusa para no llegar donde no queremos, nada más que eso.

Gabriel: Como habrás visto, he transcrito uno de tus cuentos a mi sitio: "Un café en el laberinto", donde narrás -en primera persona- una historia donde el personaje se escapa de lo que él describe como un: "...sitio, tan vacío de futuro y lleno de utopías...", y éste llega a un punto -aunque creo que sería más adecuado decir: coma- sin retorno.
No te preocupes, que no voy a pedirte que interpretes tu cuento, sino, preguntarte, ¿porqué crees que el "café", inspira o es partícipe de tantas historias?

Diego: El café, como el mate, son excusas sociales que ayudan a crear un clima que predispone al diálogo. Es una invitación a la pausa y por lo tanto, a escuchar a lo demás, cosa que en otras situaciones no hacemos. ¿No te pasó de sentarte a tomar un café aunque no quieras tomar nada, solo por la necesidad de hablar, de comunicarte con alguien y poner una pausa?


Gabriel: (Sonrío). Sí, inclusive cuando tomo un café a solas. ¿Realmente escribís "porque es más fácil que aburrirte..."?

Diego: Seguro. Cuando estás parasitando le das rienda a la conciencia, a pensamientos que redundan un infinito con ecos y sombras. Cuando escribís, aunque el resultado final no sea maravilloso, fluís por universos inconscientes, podés ser un asesino sin culpas, un empedernido traidor, Dios, Jesus o Judas, según el día.


Gabriel: Y hoy, ¿con cual de ellos estoy hablando?


Diego: Creo que pocas veces transmitimos lo que realmente queremos ser. Judas quedo como el traidor pero no fue más que la cara visible de una gran traición. O simplemente pasó lo que tenía que pasar y la historia le puso rotulo y culpable como nos pasa tan a menudo.


Continuará

3 comentarios:

rasa dijo...

Uhhh como me vas a dejar con la espina amigo! Es como si me bajaras la persiana del bar en la cara!
Bueno, mañana vengo a ver si puedo disfrutar de ese café express.

steppenwolf dijo...

No, amigo rasa, ¿cómo podés pensar que te bajaría la persiana en la cara? Digamos que el ruido de la calle no te dejó escuchar el resto de la conversación, pero ya la subiré.


Un abrazo

rasa dijo...

Hay, hay, hay otra vez, me acomodé en la silla dspuesto a retomar la charla y la cosa terminó pronto, bueno, volveré mas tarde...