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El viaje en tren



"...A veces el destino de un viaje...
no es el que marca el pasaje, sino, un lugar dentro nuestro."
Por
Gabriel Parrinello


Claudia dejó escapar (por descuido) un suspiro mientras miraba por la ventanilla del tren, con su mente en vaya a saber qué recuerdo, cuando la sobresaltó la voz del guarda solicitándole el pasaje.
El hombre, de unos sesenta y algo, sonrió con amabilidad mientras examinaba el mismo y dijo:
-Vas a la ciudad. ¿De visitas o por trabajo? -Y se lo devolvió.
-Por nada en especial. -respondió ella, y volvió a sumergirse en el paisaje que se dibujaba en forma abrupta sobre la ventanilla, como violentas pinceladas de un artista desquiciado.
Los matices eran variados así como los trazos, cambiando de un instante a otro, lo que impedía mantener una continuidad anímica. Era violentamente hermoso.
Por momentos, ella intentaba seguir el contorno con su vista; era una costumbre que había adquirido desde muy pequeña, cuando acompañaba a su padre en el tractor a hacer sus faenas; pero en esta ocasión, este ejercicio le era imposible y se abandonó a los estímulos sin ejercer resistencia alguna.
Habrá estado así algunas horas. Volvió a escapársele un suspiro, quizás, por otro descuido.
Buscó dentro de su bolso un cuadernito de tapas blandas forrado en papel araña, en el que guardaba un trébol de cuatro hojas seco, al que solo ya le quedaban tres, una foto de sus padres y algunas cartas que nunca había enviado. Y abrió una página al azar; tal vez no era tan así, y comenzó a leer en un murmullo casi imperceptible:

“Son las tres de la tarde. Hoy estoy feliz...
...aunque he visto a papá algo preocupado.
Quizás más tarde me diga porqué...”

Si bien se enteró años después, no fue menos doloroso. Tal vez dolor no es la palabra exacta. ¿Desconcierto, pena, algo de ira quizás? Más tarde comprendió, que a veces el amor se hace una costumbre y que se pierde... y sus padres prefirieron acordar la compañía.

Claudia dejó escapar el cuaderno entre sus manos; dudo que esta vez fuera por descuido, y acordó:

“ que el amor, que puede ser costumbre.
...desconcierto, pena, ira...
no se escape por descuido en las violentas pinceladas de los días”.

2 comentarios:

Apalabrada dijo...

..." a veces el amor se hace una costumbre..." Yo creo que siempre llega ese día, lo malo es creer que nunca llega y que te tome por sorpresa.
Saludos

steppenwolf dijo...

Yo tengo un pensamiento algo diferente al respecto, que lo que plantea la historia está basado sobre premisas erróneas. (¿Fui demasiado duro conmigo mismo?) La historia, que es simplemente un cuento sin pretenciones, donde en realidad, el último párrafo no es más que un jueguito de palabras con un muy pobre tinte poético :-), y donde el personaje de Claudia, se plantea a modo de promesa, el no repetir el error de sus padres; cae en el concepto equívoco común a la mayoría de nosotros: el confundir "amor" con enamoramiento, pasión, posesión, sentimientos que sí pueden llegar a tener una relación con la ira, los celos, el desconcierto, el acostumbramiento. Si realmente amamos, lo hacemos para siempre y esos sentimientos no tienen cavida. (Quien realmente ama, que arroje el primer beso)
Es un tema interesante para escribir algo al respecto, ¿verdad?
Te lo dejo como tarea para el hogar. :-)